19 February 2008

Reloaded: Una noche más?

Lucas:

Vispera de elecciones, la noche se empecinaba en soplar un viento gélido y lacerante.El departamento de la calle Esmeralda era una especie de refugio en la mitad de la noche....varias manos amigas escanciaban fernet e insistían en el sempiterno tema...sexo. Muchas palabras, pocas acciones.
Una mente achispada recomendó un reducto de zona norte, Sira, Syrah...quién recuerda cómo se llamaba.
Dejamos la tibieza embriagadora del departamento y partimos en una caravana infernal hacia nuestro ocasional destino.
Ya desde una cuadra pude sentir un aroma pestilente y pegajoso, mezcla de colonia barata y choripán de cancha, pero mi mente quiso engañar a mis sentidos y seguimos adelante. La fila insistía en la misma tesis....pero era tarde, el frío no daba tregua a mi mente aterida.
Una vez adentro mi destino estaba jugado, quise inclinarme lejos de la mole opaca del patovica pero nada pude hacer, estaba ya en frente del cajero, que sin modular demasiado dijo VEINTE (veinte pesos interpreté, aunque no quisiera creerlo), Inocente pregunté, y por veinte qué?....por veinte agua mineral (será evian...), gaseosa o cerveza...Ni un condenado a la horca hubiera proferido tantos insultos, pero mi suerte ya estaba echada.
Con aquel papel blanco que me laureaba como imbécil certificado avancé impetuosamente en la marea de gentes, ese olor! ese olor de nuevo! no podía recordar donde lo había sentido antes, pero Dios, que dulzor repugnante.
En un momento determinado el resto del grupo se detuvo en un pésimo lugar que consideraron más cómodo. Como se protegían los convoys en el lejano oeste, así nos protejimos, en una ronda de pavor, afuera...sólo indios.
Todos sentíamos más o menos lo mismo, todos menos Pato que ya había sido afectado por los vahos pestilentes, se sarandeaba como embobado al son de la cumbia villera y cada tanto emitía un lastimer gritito de horror. Quise abstraerme de la escena, hacerme un capullo con el cúmulo de camperas y morir allí mismo, pero no pude. En el fragor de la batalla pensé cuánto tiempo más podía fingir pasarla bien...cuando sucedió, no lo vi venir, creo que nadie lo vio. Un morocho con pelo motoso y una melaza de gel tomó a Juan Alvarez por los hombros, quise separarlos pero era en vano, una fuerza infernal me lo arrebataba, de pronto, vi a los ojos de Juan, que del fragor de la lucha viraron al desasosiego, pedían auxilio a gritos mudos, un auxilio que nadie de nosotros podía darle. Nosotros también teníamos miedo, el morocho estrechaba a Juan contra su cuerpo transpirado y jadeaba, cada tanto le lamía la oreja, sentí que el tiempo no pasaba más, hasta que dando un grito animal, el hombre puso los ojos enm blanco y echó a Juan sobre las camperas. Era Juan quien estaba ahí, pero no era él, había cambiado, nos miraba a todos con asco, no quería que lo toquen, nos odiaba por siempre y yo lo entendía. Paula y Renzo quisieron levantarlo, pero Juan soltó un llanto agudísimo, como de cerdo, que hizo que lo dejaran. Las amigas de Paula corrían tras el morocho, queremos venganza decían....era el infierno mismo...
El hermano de Renzo permanecía inmóvil, muy quieto, cuando comprendí que en realidad era todo de hielo, lo habían congelado, que mentes siniestras....por más que la Entrerriana intentaba e intentaba, él seguía impasible, cristalino...
Aún no sé como salimos, el camino a casa duró siglos, sentí que no eramos nosotros, sino personajes inventados...duró tanto que hicimos un pacto de olvido...no hablamos, pero accedimos a olvidar. Es que no podíamos recordar algo tan terrible, no podíamos.
En el departamento de Renzo todos estaban callados, alguien reía nervioso, o intentaba intentar una charla, otras dormían...todos simulaban...nadie, pero nadie quería mirar a Juan....Desperté en mi cama, transpirado, había sido todo un sueño?
FIN

Respuesta de Juan:

Pensé que habíamos acordado no hablar del lamentable evento. Lamento decirte, querido amigo, admirado gobernador, estimado colega nocturno, que lo que tu mente insiste en traer a la memoria en formato de sueño no lo fue. No señor. Ojalá...

Entiendo sin embargo, la razón por la que tu ingeniosa masa encefálica haya decidido bloquear sus recuerdos los eventos dede la noche. El abuso que he sufrido será difícil de superar. Largas sesiones de terapia me esperan.

No se si hago bien en refrescarlo. Pero creo que todo el mundo debe saber la verdad sobre su vida. Por eso lucha H.I.J.O.S. y bajo la manta de su causa, voy a llevar a la luz el episodio de "el gordo de los intestinos".

Este muchacho, de cara inocente y enorme masa muscular bailaba al ritmo del reguetón. La letra recitaba un verso que nunca podré olvidar: "se te mete por los intestinos". Con ese himno y los dedos estirados y separados apuntando hacia arriba, las manos con un movimiento circular alternado, miraba fijo a una de las hermosas señoritas que nos acompañaba. Nuestra Paula Forzani.

Nuestro defensor y guía, Lucas no quiso averiguar qué era lo que tan despreciable personaje deseaba "meter por los intestinos" de Paula. Así fue que levantando una ceja, entornó su mirada y poniendo su peor cara disparó rayos y centellas de sus ojos color MIEL hacia "el gordo".

No quiero entrar en detalle. Sólo puedo decir que nada pude hacer, ya que el episodio antes relatado me había dejado terriblemente debilitado. Pato no podía coordinar su mente con sus acciones. Y a Renzo lo habían acosado miles de personas que, confundidos por su campera cuero negra, se acercaban pidiendo "pepas", "tucas", "ravioles", "sedas", "hierba", "bolsa", "merca"... Palabras incoherentes que ninguno dede nosotros habíamos escuchado jamás en ese contexto.

El punto es que Lucas tuvo éxito al defender a su amiga. Solo diré que "el gordo" introdujo lo que sea que quería introducir en los intestinos. Simplemente, no fueron los de Paula.

No podría describir mejor la escena patética del regreso al hogar. Recuerdo, sin embargo el error que cometí al elegir las palabras para romper un poco el hielo. Dije "Lucas, al menos yo no pagué los 20 pesos". En ese momento, nuestro calvo amigo se desmayó. Yo no estuve de acuerdo en que Paula lo levantara con paños húmedos en la cabeza, luego de haberlo aseado diciendo "Fue solo un sueño, Lucas"...

VERDADERO FIN

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